Cuentan que Gram Parsons se fascinó con esto de la música después de ver un concierto de Elvis Presley en 1957. Y quién no… El caso es que desde ese momento supo que estaba llamado a convertirse en uno de los músicos más influyentes del siglo pasado; con la International Submarine Band primero, The Byrds después, y Flying Burrito Brothers al final de los 26 otoños que pudo sumar. Víctor Sánchez, una de las guitarras con más estilo de la música granadina, le toma prestado el nombre para Yo quemé a Gram Parsons, el precioso EP con el que toma por fin la voz cantante, y eso que la derecha de José Ignacio Lapido no debe ser un mal sitio para vivir… No era la primera vez. Estas canciones tuvieron hace tiempo ya un experimento previo en forma de disco que quienes lo escuchamos nos seguimos preguntando por qué no fue a más, porque las melodías con alma rockera y la poesía estaban más que presentes. Supongo que no sería el momento, supongo que no eran El rescate, El contrato, Una razón de fe, Entre hilos, De la paz o Níscalo, mi debilidad.
El Teatro Alhambra acogió anoche la puesta de largo de estas nuevas canciones, y volvió a pasar lo que sucede con la gente buena: que en concierto te da mil veces más de lo que habrías pedido. Sobre el escenario, el dream team casi al completo: Raúl Bernal a los teclados, Carlos Díaz a la guitarra, David Herrera al bajo y Popi González a la batería (le cambia el puesto a Antonio Lomas en los directos). Se ve que hay calidad, que cantaría el Grupo de Expertos Solynieve. Y qué gustazo escuchar a músicos que saben tan bien tocar juntos, añado yo.
Víctor Sánchez era el artista invitado al concierto de los ganadores del concurso Desencaja del IAJ: The Milkyway Express, una banda de musicazos locos por el rock de los 70 que fue un auténtico descubrimiento; y Checopolaco y su Ukelele, la apuesta musical de un Julián Méndez que rebosa talento. Buenísima noche de música.